viernes, 1 de mayo de 2015

Ali-Oli con mucho cuerpo

En este camino infinito de la formación en psicoterapia, mi paisaje básico humanista se tiñe ahora con algunos destellos de Bioenergética. O, dicho de otra forma, en mi "menú degustación" dentro del inmenso restaurante de las terapias de corte humanista, toca ahora probar el plato bioenergético. Y, como en todo menú degustación, hay platos que te gustan más y otros que te gustan menos. En este caso, no me veo yo volviendo al restaurante a pedir una "bionergética muy hecha" en el futuro, pero sí me veo aderezando algún que otro plato de mi despensa con una rica "salsita bionergética" en algún que otro momento. 

Y es que, aunque no comparto  muchas de las explicaciones que desde la Bioenergética se dan a la forma en que funciona el organismo (sobre todo, aquello que tiene que ver con "energías" bloqueadas en ciertos lugares) y me pongo de alguna forma en actitud de cautela cuando se me hacen evidentes sus grandes influencias psicoanalíticas, he de reconocer que muchas de las cosas que la Bioenergética "deduce" desde sus postulados resultan razonables y que sus ejercicios parecen provocar en las personas aquello que buscan provocar. Vaya, que la cosa de algún modo funciona; y que el camino del hecho observable a la teoría no lo comparto mucho, pero si dejamos las explicaciones a un lado me parece una técnica que puede resultar útil en muchos casos.

Supongo que, si habéis llegado hasta aquí, como yo hace unos meses os estaréis preguntando de qué va eso de la Bioenergética. Desde mi modestísimo saber de simple "degustadora" trataré de explicar a qué me sabe a mí este plato, por si alguien quiere buscar por ahí una ración un poco más grande:

Para la Bioenergética, nuestras viviencias profundas se plasman en nuestro cuerpo; sobre todo aquellas que tienen que ver con nuestra niñez y adolescencia (aquí podemos empezar a vislumbrar al amigo Freud). Así, dependiendo de cómo hayamos vivido esos períodos clave de nuestra vida, nuestra mente y con ella nuestro cuerpo (que se conciben como una unidad inseparable) habrán tenido que adaptarse a las circunstancias más o menos hostiles que a la persona le haya tocado vivir. Si me seguís en el razonamiento, podréis llegar a la conclusión de que la forma física de nuestro cuerpo refleja las defensas emocionales que hemos tenido que desarrollar para crecer en ese ambiente más o menos hostil. Y ojo, que aquí no se salva nadie: según la teoría, todos en mayor o menor medida hemos tenido que hacer estos esfuerzos de adaptación, por lo que todos tenemos algunas de estas "huellas" corporales. 

Pero, ¿a qué circunstancias hostiles nos referimos? ¿A qué es a lo que intenta adaptarse la unidad mente-cuerpo? Pues, por variados que sean los casos concretos, en definitiva el ser humano lo que busca y necesita es amor.


                            


Y, para la Bioenergética, si al niño/a le falta el amor en algún momento de su desarrollo, deberá hacer esfuerzos ingentes para adaptarse a esa situación y sobrevivir, lo cual quedará reflejado en dos aspectos: su carácter y su cuerpo. Por poner un ejemplo visual, un niño que ha sufrido algún tipo de abuso o maltrato puede desarrollar un carácter que le permita creer que él puede también controlar o dominar; y resulta aún más gráfico comprobar que su pecho puede quedar también levantado de forma permanente, como para dejar bien claro quién tiene aquí el poder, o la capacidad de seducción. "Aquí estoy yo: obedéceme, sígueme, deséame".





Este caso parece muy dramático, pero también podríamos ir más a lo cotidiano y hablar de cómo una "barriga sobrecrecida" nos puede servir de separación con el mundo (prueba a dar un abrazo con el doble de barriga), o de otras muchas hipótesis de trabajo...

Así, diferentes causas dan lugar a diferentes "defensas", que se reflejan en diferentes tipos de carácter y diferentes conformaciones corporales. Esas defensas, que fueron positivas para la supervivencia en un determinado momento, se convierten en un patrón caracterial y corporal que ya no tiene funcionalidad en la actualidad, y pueden impedir o dificultar el crecimiento y desarrollo personal.

¿Y en qué se basa, entonces, el trabajo terapeútico en Bioenergética? Pues en la premisa de que, por un lado, el cuerpo habla al terapeuta sobre las posibles "heridas" emocionales de la persona, lo cual le permite formular hipótesis de trabajo (digo "hipótesis" porque será la persona la que tendrá que confirmar si lo que el terapeuta propone como tal le cuadra o no le cuadra, y es él o ella, el paciente, quien tiene la última palabra); y, como segunda premisa, en el hecho de que a través del trabajo con el cuerpo se pueden trabajar los problemas personales que subyacen. Como podréis imaginar, para diferentes problemáticas hay diferentes ejercicios específicos. 

Pero no son sólo los ejercicios los que sanan a la persona: la propia relación con el terapeuta es también un elemento clave en esta terapia, ya que ésta brinda la oportunidad de revertir esas faltas de afecto que la persona experimentó en un momento dado.

Un mundo curioso éste de la Bioenergética, que trabaja sobre ese concepto que aún se nos resiste en occidente de la unidad cuerpo-mente. Curioso también "que te lean el cuerpo", actividad que hemos hecho en la formación, y en la que a una de repente le dicen muchas cosas sobre sí misma simplemente mirándole el cuerpo en bikini... cosas que coinciden con la realidad (para mentes racionales, como la mía, puntualizar que no pretende ser magia ni esoterismo, sino pura observación estadística de años y años sobre cómo distintas características de carácter se asocian con patrones de conformación corporal). Y también curioso experimentar los ejercicios bionenergéticos en las propias carnes (y en las de los compañeros de clase) y observar que, como poco, nos remueven y nos revelan cosas sobre nosotros mismos y nos invitan a reflexionar sobre aspectos profundos de nuestra vida pasada y presente con los que nos conectan. Porque lo que desde luego hace la Bioenergética es ponernos en contacto con nuestra experiencia profunda. Para mí, esa es la base de cualquier terapia de crecimiento personal: que nos ponga en contacto con lo que se nos mueve por dentro, que nos ayude a darnos cuenta de lo que nos sucede. Una vez en ese terreno de la experiencia, podemos empezar a trabajar para crecer, desde lo que de verdad nos pasa, desde lo que realmente vivimos "en las tripas" y desde lo que, desde la consciencia, queremos construir.

Si os ha picado la curiosidad, y os preguntáis qué tipo bionergético (de carácter y corporal) seréis; o si os gustaría experimentar algunos de los ejercicios de Bioenergética, no os perdáis los próximos post. Os invito a meter vuestro pan en esta salsa bioenergética que ha caído en mi plato, en este ali-oli de sabor intenso y con mucho cuerpo.

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