lunes, 8 de diciembre de 2014

Así empiezan los sueños...

¿Cómo empiezan los sueños? Durmiendo, me contestaréis... Sí, durmiendo, pero el material del que están hechos los sueños, ¿cuál es? No es mi intención dar una clase teórica sobre de dónde vienen los sueños (tiempo habrá para los post técnicos), sino que en este primer post me entrego más al relato de la experiencia personal que me hace estar hoy aquí, escribiendo estas líneas. Y desde mi experiencia personal me sumo a los que piensan que la materia prima de los sueños no son más que las experiencias vividas cuando estamos despiertos; y así, al despertarnos por la mañana descubrimos que en lo que hemos estado soñando aparecen cosas, personas, preocupaciones y lugares que nos resultan familiares o conocemos perfectamente, y a los que nuestro cerebro les ha dado una vuelta y los ha cubierto con ese particular baño onírico que sólo su creatividad puede otorgarles.

Y creo que este sueño que acaba de arrancar, el Proyecto Ágape, tiene mucho en común con esos otros sueños, porque nace, sin duda, de todo lo que he vivido antes de empezar a soñar.

"¿Pero de qué va este sueño?", me preguntaréis con cara de extrañeza. "Sabíamos que algo tramabas, pero ¿qué es exactamente?" Pues ahora que llevo ya un buen rato soñando, puedo empezar a contaros lo que veo en mi sueño:

Veo Ágape como un espacio. Un espacio tranquilo y seguro, al que se acerca mucha gente. Se acerca gente muy distinta, y toda tiene cabida: algunos son altos, otros bajos; otros ricos, otros económicamente normalitos y otros pobres; unos tienen familias maravillosas, otros están solos; algunos son jóvenes, otros ya cuentan canas, algunos incluso son adolescentes y, aunque aún no lo veo claro en el sueño, es posible que en las próximas noches vaya apareciendo algún que otro niño. Veo también profesores, médicos, enfermer@s, monitores de tiempo libre, trabajadores sociales. Veo otra gente que está en paro, o que nunca pudo estudiar. Todos ellos son muy diferentes, y se acercan a Ágape con expectativas diferentes, aunque tienen algo en común: quieren crecer como personas. Y en ese espacio tranquilo, de colores blancos y azules claros, suceden cosas cuando la gente se acerca:  

Algunos entran a una sala cálida y acogedora, donde tiene lugar un maravilloso milagro: son escuchados. Allí encuentran un espacio de seguridad donde pueden explorar con calma  todo lo que ocurre dentro de ellos, con la certeza absoluta de que cualquier cosa que digan será aceptada. Encontrarán a otro yo con rostro amable y mirada comprensiva dispuesto a ser no guía, sino compañero de camino que permita adentrarse de forma segura en el Bosque de Sí Mismo. Y una vez allí, recorrer los caminos y resolver los asuntos pendientes para superar las crisis, reconciliarse con uno mismo, dejarse ser, ser libre.

Otros de los que llegan hasta ese espacio, lo hacen planteándose un cambio en sus vidas, pero no son capaces de iniciarlo. Saben que esto o aquello que hacen perjudica su salud (física o mental), pero (¡oh, paradoja!) por más que lo saben no son capaces de parar de hacerlo. Fumar, beber o usar otras drogas, comer sin control, mantenerse dentro de una relación destructiva... En mi sueño, llegan hasta Ágape confundidos y con sensación de vivir atrapados; y cuando salen se sienten  capaces  de caminar sin  ataduras, han luchado en el combate y han vencido. Y el premio es su libertad.

Otros de los que se acercan a Ágape son personas que descubrieron hace tiempo que el sentido de su vida es ayudar a otros a través de su profesión, y son conscientes de la enorme responsabilidad que eso supone. Son maestros, profesores, educadores, médicos, enfermer@s, trabajadores sociales, monitores, integradores, auxiliares de enfermería... Son incluso padres y madres, que aunque no son profesionales, están empleados en ayudar a crecer a otros las veinticuatro horas del día. Y todos ellos llegan hasta ese espacio que es Ágape en busca de ayuda para desempeñar su labor de la mejor manera posible, para entrenarse en poner lo mejor de sus cualidades humanas al servicio de las personas a las que atienden o educan. Y tras pasar por Ágape, sus manos son más delicadas, sus palabras más acertadas, sus oídos están más abiertos, son más capaces de ponerse en el lugar del otro y se conocen y aceptan más a sí mismos, lo cual les hace más capaces de aceptar a aquellos a los que ayudan sin reservas. 

Y si sigo soñando, veo que Ágape no conoce fronteras, veo que es un espacio que está cerca, en mi barrio, pero que también se expande hasta hogares y personas distantes e incluso países lejanos gracias a esa magia que son las nuevas tecnologías, que nos globalizan el mundo y no sólo para mal. 

Éste es mi sueño, que arrancó hace ya casi dos meses. Éste que os he descrito es mi sueño, con esa carga de magia que el cerebro que sueña pone en él. Al despertarnos, tenemos la costumbre de interpretar los sueños, hacerlos más comprensibles para nuestra "realidad real". Si así hubiera que hacer con este sueño que os cuento, os diría que sueño con un espacio en el que dar rienda suelta a lo que de un tiempo a esta parte he descubierto que es mi vocación: acompañar a personas en sus procesos vitales. Es por ello que empecé hace dos años la especialización como psicoterapeuta de orientación centrada en la persona. Y Ágape viene a ser el canal por el que quiero intentar hacer tangibles y útiles para otros algunas cualidades y habilidades que he descubierto que con los años he ido desarrollando, y que me esfuerzo cada día por mejorar. Ese canal que es Ágape empezará con una página de Facebook y este blog en el que, tras éste de presentación, subiré otros post que serán fundamentalmente de dos tipos: sobre crecimiento personal, para el público en general; y sobre relación de ayuda, para madres, padres, educadores, sanitarios, y otras personas que trabajan de forma voluntaria o remunerada en contacto con otros en los que dejarán huella, para bien o para mal... y que esperemos que este blog contribuya a que sea para bien.

Pero en breve (si todo va como lo sueño), quizás para el final del verano de 2015, será también una página web (que ya está en elaboración), una consulta de counseling y psicoterapia en Madrid, un equipo de formación sobre relación de ayuda, un servicio de psicoterapia on-line... y todo lo que las noches venideras me permitan soñar en clave de ayudar a crecer y ayudar a ayudar. 

Decía que la materia prima de los sueños son las experiencias que vivimos despiertos. En el caso de Ágape, así es: mis años de trabajo como médico de familia; mi experiencia en la educación no formal como monitora de niños y adolescentes en distintas situaciones sociales; la vivencia del trabajo de cooperación al desarrollo en Paraguay y Guinea Ecuatorial; mi participación en diferentes asociaciones y entidades de acción social; y sobre todo mi trabajo durante los casi tres últimos años en un centro de tratamiento de adicciones de la red del Ayuntamiento de Madrid, en el que he podido comprobar de primera mano la importancia de la relación de ayuda, y cómo si ésta reúne ciertas condiciones puede ser el mejor trampolín para que la persona dé un salto y cambie todo lo que ella quiera de su vida. Ésta es la materia prima de mis sueños, junto con el que para mí es el ingrediente más poderoso en la vida: la ilusión.

Desde hoy serán  post en un blog sobre crecimiento personal y relación de ayuda. Lo que será en el futuro sólo se puede saber si nos aventuramos a seguir soñando despiertos.

Bienvenid@s a Ágape. Poneos cómod@s, porque éste también quiere ser vuestro espacio.






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