sábado, 24 de enero de 2015

Aristóteles nos la lió...

Aristóteles, una de las raíces indiscutibles del actual pensamiento occidental, nos dejó como herencia, entre otras muchas cosas, la concepción de que el cuerpo y el alma estaban separados. Él mismo ya bebía del pensamiento de Platón, que afirmaba que "el cuerpo es la cárcel del alma". Y así, siglos y siglos después, nuestra cultura está impregnada de estas ideas, reforzadas por un pensamiento "oficial" cristiano que durante muchos siglos se ha esforzado en difundir los riesgos inherentes a prestar demasiada atención a las necesidades del cuerpo si se quería "salvar el alma"; y al señor Descartes, que también fue hijo de este tipo de concepciones dualistas, y hasta el día de hoy nos llega su influencia. 

La Medicina, como tantas otras disciplinas, ha bebido de las fuentes clásicas y se adhiere al método científico planteado por Descartes, por lo que resulta lógico entender que se haya visto salpicada de esta concepción dualista. Así, la medicina actual (aunque no faltan profesionales que cuestionen este modelo aún imperante) sigue muy empapada de esa separación entre cuerpo y mente. 

En los años 70  surgió el modelo biopsicosocial, de la mano de Engel, un psiquiatra norteamericano. Este modelo explica la salud y la enfermedad teniendo en cuenta que, además de los factores biológicos, los factores psicológicos y los sociales influyen en ellas. La OMS refleja su intención de apoyarse en este nuevo modelo en su propia definición de salud. Sin embargo, el modelo no ha terminado de calar, y nos seguimos encontrando una gran masa de profesionales de la salud (sobre todo médicos) que entienden la enfermedad exclusivamente como un fallo en los procesos biológicos. 

Todo lo que ocurre en la mente tiene un reflejo biológico, claro que sí (hormonas, neurotransmisores...), pero no es ese el caso. El problema viene cuando en el diagnóstico y tratamiento de los problemas de salud se obvia lo que tiene que ver con lo psicológico y lo social. Así, si una mujer acude a la consulta con dolores de cabeza constantes e insomnio y su médico se limita a darle ibuprofeno y pastillas para dormir, el tratamiento, desde mi punto de vista, es de mala calidad. Puede que no haya una causa más allá; pero también puede que, quizás, si preguntamos a esa mujer, nos cuente que el dolor comenzó justo cuando empezó a tener algunos problemas con su pareja. Y sí, el dolor se produce porque hay una serie de sustancias químicas que estimulan los receptores del dolor... pero obviar cuál ha sido el desencadenante de este dolor no ayuda a enfocar el problema de un modo que permita solucionarlo desde su raíz. Este vídeo de Disney nos lo explica de un modo bastante ameno:



Después de trabajar una temporadita de casi tres años en un centro de tratamiento de adicciones, ese problema de salud en el que es tan obvio que la salud (o la falta de ella) afecta a todas las esferas de la vida de una persona, no me cabe ninguna duda de que el único modo de ayudar a las personas a estar más sanas es desde este enfoque integral; en el que hay que entender la biología de lo que está pasando (la dopamina está funcionando anómalamente), pero es un error de concepto dejar de lado los aspectos psicológicos que llevan a una persona a recurrir a una droga para calmar el sufrimiento al que no puede hacer frente, o cómo esto afecta a su pareja o familia. O cómo, por ejemplo, problemas con la pareja o familia pudieron ser desencadenantes para empezar a consumir alcohol u otras drogas. 

Afortunadamente, se van abriendo caminos en este sentido. Estos días, por ejemplo, he estado leyendo la interesantísima web de Odile Fernández, médico de familia que cuenta cómo consiguió vencer un cáncer de ovario con metástasis gracias a la oncología integrativa, esto es, yendo más allá de la pura quimioterapia y teniendo en cuenta otros factores implicados en el proceso de salud/enfermedad. Os recomiendo su lectura (y sus deliciosas recetas de cocina, ya que la alimentación saludable es uno de los pilares de su propuesta).

La pregunta, entonces, sería: ¿cuidas tu salud en todos sus componentes, físico, psicológico/emocional/espiritual y social? ¿o te limitas a tomarte un ibuprofeno cuando te duele la cabeza? Veintitantos siglos después, ya va siendo hora de ir un pelín más allá de Aristóteles, ¿no os parece?

2 comentarios:

  1. Ay... seria curioso ver cuantos medicos los harian si tuvieran tiempo y cuantos no lo harían aun teniendolo...

    Las medicinas holisticas ( del cual soy un ferviente detractor y mas aun con mi experiencia personal ) si cuidan este aspecto, y hasta del diablo hay que aprender!!


    Sigue con este blog sin rendirte ;)

    Tito

    p.d. y avisa que hay que darle antes a comentar porque sino el texto hay que reescribirlo jejeje

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    1. ¡Gracias por tu comentario! Supongo que quieres decir que eres un ferviente defensor de las medicinas holísticas. Si te animas algún día, podrías contarnos cómo ha influido la medicina holísitca en tu experiencia. Un beso fuerte. Estás en tu blog.

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